Cuando escuchamos sobre obesidad, desde siempre hemos escuchado que el sobrepeso y obesidad clasifica como es propuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que se basa en el índice de masa corporal (IMC), esto no nos da más información. El IMC nos ofrece un número en función al “tamaño” del paciente únicamente, que se obtiene con la siguiente fórmula:
IMC = peso/talla^2
La clasificación del resultado del IMC es la siguiente:
Clasificación | IMC |
Bajo peso | Menor a 18.4 |
Normal | 18.5 a 24.9 |
Sobrepeso | 25 a 29.9 |
Obesidad Grado I | 30 a 34.9 |
Obesidad Grado II | 35 a 39.9 |
Obesidad Grado III | Más de 40 |
Sin embargo, esto no nos dice mucho, se clasifica igual a una persona muy musculosa, y a una persona con una composición de grasa muy elevada. Por eso se ha buscado hablar de obesidades, y no solo de obesidad (tema para otra entrada).
Por lo que es importante que usemos otras clasificaciones, y una de las que han ganado más aceptación en los últimos años es la Estadificación de Obesidad de Edmonton (Edmonton Obesity Staging System) publicado en 2009 que propone estadificar la obesidad en 3 grandes grupos: médico, funcional y mental y de ahí obtener una calificación global. Esta herramienta además de ser una clasificación mucho más práctica y funcional nos ayuda a enfocar nuestras intervenciones como profesionales de la salud, ya que no se debe abordar igual el tratamiento en una persona que tiene una depresión severa, a una persona sin depresión, pero que no puede caminar mucho por dolor en articulaciones, a una persona con muchas comorbilidades asociadas.
La clasificación es así:
Médico | Mental | Funcional | |
0 | No hay evidencia de factores de riesgo asociados a la obesidad | No hay síntomas psicológicos | No hay limitación funcional |
1 | Presencia de factores de riesgo subclínicos (prehipertensión, resistencia a la insulina, elevación de enzimas hepáticas, etc.) | Síntomas leves psicológicos, sin impacto en la calidad de vida. | Síntomas físicos leves, no requiere tratamiento (disnea de moderados esfuerzos, dolores y fatiga ocasionales) |
2 | Comorbilidades a la obesidad presentes (hipertensión arterial, diabetes, dislipidemias, etc.) | Síntomas psicológicos moderados (depresión, desórdenes alimenticios, ansiedad) | Limitación moderada funcional en las actividades diarias (empieza a impactar la calidad de vida) |
3 | Daño a órgano blanco significativo (infarto al miocardio, falla cardiaca, complicaciones por diabetes, etc.) | Síntomas psicológicos significativos relacionados con la obesidad (depresión mayor, ideación suicida) | Limitación funcional significativa (dificultad o inhabilidad de hacer actividades rutinarias, movilidad reducida) |
4 | Comorbilidades asociadas a obesidad en estado terminal | Síntomas psicológicos que provocan una discapacidad severa | Limitación funcional severa (postración, silla de ruedas) |
Usando ambas clasificaciones juntas, ayudará a que el tratamiento que ofrezcamos a nuestros pacientes sea más personalizado y específico según sus características, lo que nos dará más posibilidades de tener éxito en las intervenciones que promovamos.